La artista
“Cuando realizaba la obra, la llené de brea para cincelar y con el calor, el metal cedió; se estiró más de lo planeado. Se infló de tal manera por el peso del material que tuve que rebajar el volumen porque se habían deformado los rostros. No me había ocurrido tal situación.
Desde niña jugaba alrededor de una piedra de gran tamaño que estaba a un costado de nuestra casa en Huancarane. Me llamaban la atención los dibujos tallados en ella, pero la veía tan normal que los observaba como parte de mi cotidianidad. Años más tarde, comprendí su valor testimonial.”